Armonía en una taza
Según cuenta la leyenda, el emperador Shennong fue el primero en descubrir el té mientras buscaba plantas medicinales por el suroeste de China, hace unos 4.700 años. Al principio, las hojas se masticaban en vez de utilizarse para elaborar la bebida, pero esta tendencia fue cambiando con el paso de los siglos. Se concibió una fascinante costumbre para el té en China, la cual decía, por ejemplo, que los bebedores de té debían estar en perfecta armonía con su entorno. Por ese motivo, las teterías diseñaron jardines con preciosos accesorios de decoración, agua y piedras. Son muchos los poemas, historias y pinturas que hacen referencia al arte de beber té y, actualmente, resulta que existe un sinfín de variedades de té. Los tés chinos se pueden clasificar en seis categorías, entre las que se incluyen el verde, negro, blanco y oolong. Podrá aprender todo esto en el Museo de Utensilios para el Té, que expone el juego de té más antiguo del mundo y otros objetos fascinantes que merece la pena ver. Asimismo, el museo proyecta varios documentales interesantes. Después de visitar la exposición, le recomendamos que vaya a la tetería que se encuentra bajo el museo y que deguste las diferentes variedades, hasta quedar saciado.
La flor del té en el parque de la ciudad
Aunque todos los restaurantes chinos de la ciudad sirven té, prepararlo bien no es sencillo. Eche un vistazo en las teterías de Hong Kong. En LockCha Tea House, en Hong Kong Park, por ejemplo, donde los estanques y árboles se ciñen a la costumbre, los dueños elaboran más de cien categorías de té con plena dedicación y precisión. En la carta abundan las tradicionales variedades de té verde, blanco y Pu-erh, así como tés de flores poco convencionales. Pruebe el té «Love at first sight» (amor a primera vista). Este té se sirve en un vaso con forma de pelota y eclosiona en el agua como un ramo de jazmines. ¡Magia pura!