Un palacio con rica historia
Fiestas y bailes memorables, recepciones diplomáticas y cenas para ilustres huéspedes como Napoleón Bonaparte… El Palazzo Reale fue testigo de muchos momentos clave en la historia de la república genovesa. El palacio de la ciudad se construyó a mediados del siglo XVII, a manos de la familia Balbi, que consiguieron su fortuna en el comercio textil y de la seda. Desde la recién constituida Strada Nuova, los acaudalados comerciantes disfrutaban de grande vistas de sus barcos en el puerto situado debajo. 50 años más tarde, la familia Balbi tuvo que vender la mansión debido a problemas financieros y otra conocida familia genovesa se trasladó allí: la familia Durazzo. Esta familia amplió el palacio de la ciudad, incorporando elementos barrocos. En 1730, se incorporó una Galería de los Espejos, inspirada en la de Versalles. En el siglo XIX, el palazzo era el segundo hogar de los Duques de Saboya, reyes de Cerdeña de aquella época. Gracias a su presencia, se le concedió el carácter de reale al palacio.
Frescos, lámparas y pan de oro
La dinastía saboya residió en este palacio hasta el año 1919. La mayoría de las obras del museo pertenecía a la propia familia. Además de las lámparas y del mobiliario barroco, la villa también expone más de 200 pinturas, incluyendo una obra de Tintoretto y dos de Antoon van Dyck. Las salas y salones han conservado su estado original, y le será fácil imaginar la vida de una familia aristocrática genovesa. Un antiguo carruaje de madera se conserva a la entrada del palacio y una puerta dirige a un discreto altar. Pero el plato fuerte de la visita son los coloridos frescos en los techos, que aportan el carácter único italiano a la villa.
Vistas del jardín y del puerto
Finalice su visita al Palazzo Reale con un paseo por la terraza del tejado. Este privilegiado lugar ofrece impactantes vistas del puerto, con sus muelles de carga y el magnífico faro: la Lanterna. Si mira hacia abajo, disfrutará de una hermosa vista del pequeño jardín del palazzo. Esta perspectiva le permite admirar los mosaicos junto al estanque. Estas imágenes en blanco y negro se crearon con piedras llamadas risseu, un estilo de mosaico local utilizado a menudo en las iglesias de Liguria, la región a la que pertenece Génova.